por el Beni. Poeta y Pensador. Un blog universal en lo muy local.

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martes, 8 de abril de 2014

LEGANÉS Siglo VEINTIDÓS (III)


   Escribir para usted, leganense del siglo veintidós, comprenderá que me expone a algún ridículo. Pero no es menos cierto que, a veces, y no pocas, la ciencia ficción y la literatura de anticipación, crean el invento.

     Aristóteles fue en su filosofía mas pragmático que Platón, pero este da mucho mas juego al pensamiento creador humano. Platón se atrevió a decir que las ideas ya existen, tienen su mundo, y lo que hay que hacer es llegar a ellas. A no ser que demos por buena la teoría de los alienígenas ancestrales todo lo que existe ha salido de nuestras cabezas y del ingenio humano. ¿Podía un hombre al final del medievo - poco después de la aventura de Colon - concebir y fabricar algo así como aviones, submarinos, tanques? 
     Un monstruo como Leonardo contemplaba a los peces, a los pájaros, la idea de nadar bajo el mar y de volar estaba en el mismo diseño de la naturaleza, como en la libélula el helicóptero y la regeneración genética de los dientes en el rabo de la lagartija. Lo que ocurre con el invento es que no ve la luz hasta que se supera los intereses, se agotan los stocks, y se maneja con patentes el nuevo invento. Esto ocurre con la insulina inhalable y los inyectables o el petróleo, por ejemplo. 
     En la Batalla de Sedán, que significó una hecatombe para Francia y el Imperio para Prusia, los prusianos contaban con el fusil de aguja y el cañón de retrocarga pero los franceses contaban con un arma nueva y secreta, tan secreta que no la usaron, porque el soldado no sabía bien el manejo. Contra regimientos ordenados, ese arma era la ametralladora, concebida como idea desde muchos siglos atrás.

     Regresemos al Leganés del 2114. Tenemos una Universidad que habrá logrado premios y reconocimientos de excelencia. En ella se habrán desarrollado proyectos como el robot de fondo submarino - pongamos alto el listón - capaz de resistir altas presiones y que nos hará descubrir la parte más desconocida de nuestra Tierra, sabemos más de Marte, dice la frase que ya se ha hecho famosa. Los departamentos informáticos implementarán pensamiento con función, el ordenador se manejará visualmente sin uso de las manos. Quizá lo menos esperado es menos espectacular, pero la Universidad Carlos III será reconocida por el mantenimiento y conservación de viejas tecnologías, maquinaria industrial de los años sesenta del siglo XX, aparatos de museo, teletipos, faxes, y algo que particularmente me interesa, máquinas de escribir antiguas. Soy un pequeño coleccionista de ellas y hoy por hoy no hay un solo manual de reparación en sus fondos, supongo que habrá tres o cuatro ingenieros capaces de reparar una Olivetti 46, el oficio de técnico de reparación desaparece, quedan cuatro o tres en Madrid.


     Ayer hablando de la domótica se intuye que la vida será tan cómoda que se recuperará en el ocio esfuerzos primitivos, como la tracción de sangre. En Leganés, el viejo tranvía era tirado por caballos. Para combatir la obesidad habrá turbinas municipales en Pabellones, miles de bicicletas con recuperación de energía, en donde el ciudadano pueda ir a pedalear voluntariamente. Será un sistema más caro al nuclear pero complementario y fomentará la conciencia de ciudad sostenible, bueno para el medio ambiente y además de divertido, solidario. Cupones descuento en la factura de la luz  harán atractivo el pedaleo y evidente la solidaridad. 
      La fricción no desparecerá del todo, pero la energía perdida del tráfico rodado se recuperará mediante algún tipo de asfalto que derive la energía a una suerte de neuronas de cables y posterior almacenaje en la misma Central o PILA Pública que las bicicletas de sangre. No habrá desperdicio de energía de ningún tipo.

     Caminar será algo tan fácil como juntar los pies y levitar por pasarelas y carriles de imanes, algo así como las superficies planas de desplazamiento mecánico que ya tenemos en transbordos largos del metro y algunos aeropuertos, pero sin pisar suelo alguno. Las pistas ultrarrápidas serán privadas y de peaje, con precios altos pero competitivos, reducidos mediante presentación de vales sellados en la PILA pública y otros acuerdos con entidades y empresas de los diez sectores. (Continuará)



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